Además de haber establecido las bases de la neurociencia moderna, resulta inacabable su legado.
Aunque aún en la actualidad exista una tendencia a comprender al Sistema Nervioso desde el “neurocentrismo”, ya Santiago Ramón y Cajal, allá por el 1900 dejaba abierta la posibilidad de pensar la neurofisiología de otra manera, incluyendo a las estructuras gliales como parte del procesamiento de información. Más allá de los estudios actuales y de la creciente evidencia científica, él, proponía este pensamiento:
“El prejuicio de la relación entre las células neurogliales y las neuronales es similar a la relación entre tejidos (músculos o glándulas) y la matriz extracelular, es decir, la atribución de rol pasivo que se le atribuye -para llenar y apoyar la función de los tejidos (en ambos modelos)- constituye el principal obstáculo que el investigador debe eliminar para obtener un concepto aproximado del funcionamiento del Sistema Nervioso”.
Ramón y Cajal, 1899.
Resulta elemental su aporte. Hoy día, la mayoría de los modelos de razonamientos, en el campo del estudio del dolor, la depresión, las enfermedades neurodegenerativas, etc.; adoptan esta visión respecto del funcionamiento de las “redes neuro-gliales”, alejándose progresivamente del solo entendimiento de las neuronas como elementos conectados independientes del resto.