Todos los impresionantes artefactos de la cultura humana, desde un poema o una vacuna al más alto de los rascacielos, o uno de los robots que ruedan por Marte, son para el neurocientífico portugués Antonio Damasio, director del Instituto del Cerebro y la Creatividad en la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, el producto final de los sentimientos. Sin ellos, dice el premio Príncipe de Asturias de Ciencia y Tecnología en 2005, la humanidad no habría sido capaz de crear la civilización en la que vive. Esos afectos se relacionan además de una forma muy íntima con nuestro cuerpo. Por todo eso, «la inteligencia artificial jamás será capaz de imitarnos», asegura en su último libro, «El extraño orden de las cosas» (Destino).
En un reportaje ofrecido a ABC Ciencia de marzo de 2018, Damasio resalta que los sentimientos surgen como una forma de regulación homeostática del cuerpo. Los sentimientos podrían definirse como las sensaciones conscientes de los estados afectivos (emoción), y son capaces de acceder al estado homeostático del cuerpo, para de esta manera, motivar nuestra conducta a realizar acciones “correctoras” para el beneficio de ambos, como así también para dar lugar a la creación y a la genialidad.
Una vez más, ahora propuesta por uno de los grandes referentes de la neurociencia actual, podemos resaltar la importancia del estado corporal en la construcción de nuestros sentimientos. Por tanto, es importante saber que la conducta afectiva, sujeta a los sentimientos conscientes, se encuentra asociada al estado corporal, entendiendo como tal, “la condición fisiológica de sus tejidos” – en palabras de A Bud Craig, 2003